Hasta aquí puedo leer.
Nunca lo digo ni lo hablo en alto, pero mi sueño verdadero es publicar un libro.
Jamás iré por la vida dándomelas de escritora. Considero el mundo lleno de papel mojado y grandes obras no descubiertas. La mitad de los autores deberían estar en el hoyo, y de la otra mitad, no creo que conozcamos demasiados.
Supongo que soy muy crítica en lo que a escritura se refiere, comenzando por aquello que yo escribo. Mis ideas, me gusta pensar que maduran, se completan, y se me aparecen cuando es preciso. Me gustaría ser una Marguerite Yourcenar del siglo XXI, pero adornada con mejos adjetivos, escrita con más acción.
Lo que jamás haría sería intentar pubicar nada sin haber leido antes todo lo que me falta por leer. Opino que ese es el gran cáncer de los autores de este siglo. Además de conocer a los editores, y de los enchufes que se producen, ¿en cuantos libros se observan influencias de grandes autores que no sean bien totales copias, o brillen por su ausencia? ¿Y cuantos autores brillan con luz propia, o brillan con la luz de los miles de best sellers carentes de talento que han vendido?
Me moriría si engrosara las filas de la mala literatura. Tal vez por eso "mi obra", si bien la escribo algún día, nunca llege ni a la mesa de un editor. Además, ¿quién me dice que ese es el juez adecuado, o que siguiera mi obra es el testigo adecuado para un juez?
Además, es tan dificil ser original hoy en día. Es duro reconocerlo para muchos, pero La Tierra Media ya ha sido escrita una vez. Solo hay Cien años de soledad. No todos somos los adecuados de adentrarnos en épocas pretéritas, y menos cuando intentamos juzgar un tiempo que no nos corresponde. Ni todas las biografías son interesantes. Ya se han escrito asesinatos para teñir el océano de rojo, y las historias de la mafia están pasadas de moda. No todos pueden comprender la poesía como lo hizo Safo, ni entender la vida como lo hizo Goethe y los románticos, que primeron huyeron de ella para volver a su lado convertidos en Realistas. Y la vanguardia ya es una novedad del pasado...
¿qué nos queda? ¿Interpretar vidas anónimas y vacías del siglo XXI? ¿Reinterpretar un movimiento, un autor, un libro? Ah, pero si lo haces bien, si lo haces mal... No todos tienen talento, y no todos son capaces de darse cuenta.
Pero me he ido, y tal parece esta una entrada digna de "Genio y Figura". Qué hacer, solo hay una persona dentro de Lio.
Con el título, yo en realidad quería aludir a mi medio, al medio que me ha hecho soñar y pensar tal como lo hago. A ecribir sobre las cosas que he escrito e ideado, como ya he expuesto. Sin haber conocido los rascacielos, ni todas las grandes ciudades, mis sueños me llevan a pensar en que mi medio se encuentra en lo creado por el hombre. No es que yo no disfrute un paisaje verde, de hecho ser asturiana hace que lleves un verdor único y oscuro en el corazón. Pero quitando aparte las comodidades de la vida en la ciudad, y también lo poco práctico de la existencia de núcleos en los que se dependa del trabajo en el campo y en la fábrica para abastecerse. Desde el punto de vista estético, me parece que las ciudades han acabado por albergar todo lo que puede llegar a tener de excelente el ser humano. Su cultura escondida en museos, universidades, bibliotecas, monumentos. Su estética visible en su arquitectura, fruto de una época pretérita o presente. Y sus sórdidos rincones, idénticos a los que albergamos en lo más profundo y escondido. También su miseria, porque quedarse solo con una visión rica y positiva de la sociedad es cercenar sus grandes defectos y desigualdades.
Las ciudades me parecen la quintaesencia de los progresos humanos, los cuales se pueden juzgar a título regional por el aspecto de sus ciudades, y por supuesto, de las gentes que en ellas viven.
Una noción que muchos daims expresan en sus blogs, el "lugar daimónico".
¿Mi lugar daimónico? La enorme explanada de la losa de la Renfe, que cubre las vias del tren de red nacional y regional, a la vez comunicando los edificios en ella cosntruidos, la zona del Naranco (un monte que delimita una parte de Oviedo) y Valentín Masip (diríase, mi barrio) con el centro, la calle Uría. Todas las veces que hemos caminado por ella, soñando, pensando, corriendo, mojándonos, hablando, cuando hemos ido a clases de inglés y más tarde chino. Res ha desfilado sobre esa Losa en todas sus formas. Y no desmerece para nada verse rodeada de edificios modernos y más abajo, de principios de siglo XX, o más arriba, de esa mala construcción que va evolucionando a lo largo de las últimas décadas del siglo XX. De hecho, el atardecer rosado caminando por la calle derecha de esa losa es perfecto.
Perfecto para discutir nuestras ideas, para pensar con claridad, para idear nuevos mundos con la música, para discutir formas y colores, para sentirse un poco mejor, aliviados por el aire fresco que corre en un lugar alto y descubierto. Y también hemos tenido nuestras aventuras en esa losa. Y conversaciones con todo tipo de gente.
Cuando ha hecho mucho viento en días de lluvia, el paraguas se daba la vuelta y te resignabas a que el diluvio universal te cayera encima, mientras pisabas todas las baldosas sueltas, y posiblemente ni siquiera llevara botas de agua, sino playeros que calan.
Pero era muy divertido, ya de perdidos al río, y en el río hemos caído.
Algo parecido dijiste entonces, u otro día de lluvia.
Debo reconocer que me gusta mi ciudad, y cuanto más la miro, más encantos y carencias le encuentro. Es donde he crecido, qué hacer. Todo Oviedo algún día será mi lugar daimónico.
Me despediré ilustrandoos con unas imágenes de la Losa que he encontrado. Haciendo click sorbe ellas, se verán mejor.
En mis sueños, Oviedo es una jungla de hormigón mutable, y cuando es de noche en la Losa, se puede ver un auténtico bosque de luces. Solo que tal vez en mis sueños esos edificios sean más altos, y esas luces más brillantes, y la apraente cotidiandad de estas fotos sea sustituida por un cierto aire de calidez y peligro.